La falta de logística, su atraso tecnológico, la falta de entrenamiento militar de sus tropas, la desmotivación de sus soldados, el escaso suministro de municiones y alimentos, obligó a Rusia a replegarse y a desistir de su intento de sitiar y tomar la capital de Ucrania, Kiev.
El cambio de estrategia debido a su imposibilidad de tomar por asalto las principales ciudades de Ucrania, hizo que los ataques rusos, ahora desde puntos de ataque más lejanos, sean menos precisos y más sangrientos. En efecto, el bombardeo de las ciudades ahora no es selectivo, y debido a su atraso tecnológico es poco preciso, por lo que, dentro de su ola de destrucción también se encuentran objetivos civiles.
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El Kremlin ha tratado de desmentir cínicamente esta realidad, pero por la gran cantidad de evidencia documentada a través de testimonios, fotos, vídeos y audios, se sabe ahora, y a ciencia cierta, que Rusia en su frustración por ver cómo se derrumban sus planes de conquista, está actuando con más desesperación e irracionalidad.
Varios países han calificado el accionar de Rusia como genocidio, y muchos de los actos de su ejército en suelo ucraniano, como crímenes de guerra. Rusia en su desesperación está atacando a las ciudades de Ucrania indiscriminadamente creando una ola de destrucción no vista desde la segunda guerra mundial.
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